sábado, 7 de octubre de 2017

Familia





Cada generación vive experiencias, circunstancias diferentes, pero lo que no cambia o lo que no debiera cambiar es el AMOR, EL COMPROMISO Y RESPONSABILIDAD hacia uno mismo y hacia la familia que nos rodea. 
Padres de familia y maestros son las figuras que forman la identidad y personalidad de las nuevas generaciones de niños, jóvenes y adultos, sin olvidar que cada uno de ellos esta conformado de alma, cuerpo y espíritu, de tal manera que la educación requiere estar encaminada a desarrollar las tres áreas por igual.

Muchas veces he escuchado que en casa es donde se aprenden los valores y en las escuela se practican, pero..¿ Qué sucede cuando al interactuar con los vecinos, con los compañeros, amigos y ambiente laboral, la realidad se percibe todo lo contrario a lo que por años nos enseñan? ¿Cómo caminar contra la corriente?, ¿Cómo mantener los principios y convicciones?

Tanto padres de familia como los tantos profesores que interactúan con nuestros hijos desde preescolar hasta el posgrado cuentan con influencia, tiempos y circunstancias muy limitadas para lograr el seguimiento formativo idóneo, capaces de formar y entregar a la sociedad, ciudadanos íntegros.

Razón por la cual, estoy convencida de que si cada persona pone su granito de arena, dando lo mejor de sí en el tiempo y forma  a los niños, adolescentes, jóvenes y adultos que se encuentran a su alrededor, habrá cumplido y colabrado en la formación de un ciudadano competente y leal a sus convicciones.

La familia es el principal núcleo responsable de dar seguridad e identidad, sembrar valores, cuidar el crecimiento espiritual, psicológico y físico de cada hijo. Hoy mas que nunca urge retomar y fortalecer la convivenicia y educación en familia.

Esta convivencia y educación de la que se  habla nada tiene que ver con las finanzas, con el dinero que se tenga o no, es simplemente el QUERER, EL AMAR y aceptar la responsabilidad que implica el ser PADRES.

Mis hijos díficilmente tuvieron acceso a las nuevas tecnologías, a juguetes caros, comerciales, a videojuegos y muchos otros lujos que sus compañeros o conocidos tenían, sin embargo, desde que estaban pequeños, los juegos de mesa fueron la mejor estrategia de convivencia y educación familiar. Así también, el involucrarlos y hacerlos partícipes de todas las actividades que como adultos realizábamos.  Poco a poco se les fue fomentando la FE, EL AMOR, LA ESPERANZA Y PERSERVERANCIA.

Hoy en día, que son adolescentes y jóvenes, no nos queda mas que confiar en nuestra labor de padres realizada y seguir acompañándoles en sus nuevos retos.  Como madre, esposa y maestra reconozco que aún podemos y tenemos mucho por hacer en bien de nuestros niños, adolescentes y jóvenes.


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